¿Quién no se acuerda de aquel helicóptero que llegaba a un polideportivo en el que las madres acudían en masa, junto a sus retoños, para dar testimonio de las bondades de merendar grasas saturadas?.
Anuncios de nuestra infancia. Piezas publicitarias básicas pero efectivas de marcas o productos que, algunos ya no existen, pero no podemos olvidar.
¿Cuál es la fórmula del éxito?
“Te falta Tefal”, “Póntelo, pónselo”, “El algodón no engaña”, “Tú el Pronto y yo el paño”. Eslóganes llenos de historia y recuerdos que encierran una parte de nuestras vidas.
Spots que marcaron una época con ansias de libertad y aperturismo. Mítico es aquel anuncio del desodorante “Fa” en el que una moza, cuidadosamente “asalvajada”, retozaba con un delfín, corría feliz y desnuda por una exótica playa tropical.
Cola Cao marcó la infancia de varias generaciones con su pegadiza canción. Fórmula que les hizo cosechar grandes resultados y convertirse en nombre genérico. Otra gran canción publicitaria de éxito fue la de “Conguitos”. ¿Quién no recuerda a Tina Turner y Steve Wonder dando vida a unos conguitos requetebién, vestidos de chocolate con cuerpo de cacahué?
Uno de los anuncios que más impacto causó en mi infancia fue el de Camp. Manuel Luque, el director de la compañía, invitando a nuestras madres a buscar, comparar entre otras marcas de detergentes y comprar. ¿Cómo incitaba a probar entre otras marcas? Qué seguridad en sus productos. Eso si era hacer branding. Luque, contaba por aquella época con el apoyo de Alaska y Dinarama haciendo campaña por su bote de Colón.
“Bic naranja escribe fino, Bic cristal escribe normal, dos escrituras a elegir Bic, Bic, Bic”. La concisión como fórmula del éxito. 30 años después aún se recuerda el texto del spot y se emplea en conversaciones.
Ahora se habla mucho sobre redes sociales y cómo hacer que los consumidores interactúen con las marcas. Volviendo la vista atrás, ya interactuábamos rellenando álbumes con tapas de yogures de Danone o Yoplait. Empleábamos los envases para comunicarnos o plantar lentejas y garbanzos con un algodón. De los yogures se aprovechaba todo, igual que del cerdo.
Algo parecido ocurría con Nocilla. ¿Qué hogar español no aprovechaba los vasos de cristal para uso diario o comía con aquellos cubiertos de mango de plástico?.
Los maravillosos años 80 hicieron visible la menstruación. Evax, Ausonia, Saldeva. Éramos felices cantando la canción de Filvit champú para piojos, llevando Mercromina en nuestras rodillas, imitando al protagonista de Vicks Vaporud o cantando la canción de Micebrina, “siempre al día”.
Branding. Las marcas nos aportaban todo lo necesario para el día a día, además de felicidad. La fidelidad con ellas no se discutía. Las marcas eran buenas sin más. “Eficacia probada”.
Antes había menos soportes publicitarios, menos medios en los que anunciar las bondades de los productos. La falta de emplazamiento publicitario no restaba eficacia a las campañas. Dos canales de televisión, quizás, aseguraban mayores resultados junto con la falta de diversidad y oferta de ocio en el hogar. La televisión era la reina de la casa.
Ahora con Internet y el abanico de contenidos que ofrece, parece que mantener un recuerdo entrañable de la publicidad en televisión es más complicado que ver a Freddy Krueger vendiendo cremas de Avon.
Según diversos informes, el 54% de las personas que ve la televisión (+16 -65) lo hace mientras navega por Internet con algún tipo dispositivo. En EEUU la inversión publicitaria en Internet ya ha superado a la de la televisión en abierto.
Está claro que la forma de ver la televisión está cambiando, junto a la forma de consumir ocio. ¿De qué anuncios hablaremos dentro de 30 años?
La tele ya no es la reina de la casa, aunque Lorenzo Lamas siempre será “el rey de las camas”.